Trastorno obsesivo-compulsivo, comportamiento compulsivo, ritual
¿Dónde empieza el comportamiento compulsivo? ¿Qué son los rituales normales? Doc habló de ello con Frank Köhnlein, especialista en psiquiatría y psicoterapia de niños y adolescentes. He aquí los puntos más importantes de la conversación.
En primer lugar: cuanto más pequeño es el niño, más normales son ciertos rituales, que a veces pueden parecer muy obsesivos, ciertas manías. Son parte integrante e importante del desarrollo del niño y, en gran medida, normales. Por ejemplo, un niño sólo puede dormirse si sus zapatos están paralelos o en un ángulo exacto de 90 grados frente a la cama.
Un verdadero trastorno obsesivo-compulsivo sólo se presenta cuando surge el sufrimiento, cuando la acción ocupa tanto tiempo que se pone en peligro una rutina diaria adecuada a la edad. Otro ejemplo: el niño tiene que tocar brevemente una de cada dos farolas de camino al colegio. Esto es peculiar, pero no supone un problema para la vida cotidiana. Sin embargo, si el niño tiene que detenerse en cada farola durante un minuto o incluso caminar 50 metros de vuelta, entonces se vuelve difícil. Esto pone en peligro la jornada escolar porque el niño nunca llega a tiempo al colegio y, sin duda, todo el asunto tiene valor médico y necesita tratamiento.
Es importante saber lo siguiente: Una compulsión siempre tiene una función. Por regla general, ayuda a combatir sentimientos desagradables, especialmente la ansiedad. Por ejemplo, mantener los zapatos ordenados delante de la cama evita que vengan monstruos por la noche.
Por eso también es muy importante para los padres: nunca ridiculicen los rituales compulsivos ni avergüencen al niño con comentarios. Al contrario: Muestren interés y, si es necesario, simplemente dejen pasar las cosas si, por lo demás, al niño le va bien en la vida.
También es importante que un pediatra examine siempre los síntomas obsesivo-compulsivos repentinos, ya que también puede haber causas orgánicas.
Si desea saber más, aquí tiene el enlace a la entrevista con Frank Köhnlein:
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