Protege a los niños de virus, suciedad y similares
He recibido una pregunta interesante de una madre. A saber: ¿Cómo se puede evitar, o en qué medida se evita, la posible transmisión de enfermedades a los niños en la vida cotidiana? Nota previa: Aquí lo hacemos de forma generalizada, es decir, independientemente del coronavirus. Porque está claro que la sensibilidad a la transmisión de la infección es extremadamente alta en estos momentos. Pero creo que la pregunta es importante en general y, por tanto, se responderá en consecuencia.
Mi primer punto es dejar la iglesia en el pueblo cuando se trata de este tema. No es posible vivir la vida cotidiana con los niños de tal manera que no haya intercambio de virus, que los niños no entren en contacto con la suciedad y la mugre. De hecho, no es necesario evitar esto en absoluto, porque en realidad es bueno que los niños tengan que trabajar sus defensas inmunitarias. Es un buen entrenamiento para el sistema inmunitario, comparable al entrenamiento muscular con mancuernas. Los niños deben y pueden tener contacto con agentes patógenos.
No obstante, hay aspectos que deben tenerse en cuenta. Uno importante es que la transmisión de bacterias de la caries de adultos a niños debe evitarse en la medida de lo posible. Lamer el chupete y luego metérselo en la boca al niño o lamer siempre la cuchara del niño no es en absoluto aconsejable. Y, por supuesto, si como adulto padeces una enfermedad infecciosa, por ejemplo una infección gastrointestinal, debes intentar mantenerte alejado del niño en la medida de lo posible.
Otra cuestión que se plantea a menudo en la práctica es el herpes. Los virus del herpes no dejan de ser problemáticos en los recién nacidos durante las primeras cuatro semanas, pero la transmisión es menos problemática más adelante. No obstante, en este caso y en otros cuadros clínicos específicos, es aconsejable tratar los temas de la infectividad y la transmisión específicamente con el pediatra.
A continuación, hay otros dos puntos importantes para mí, que no tienen nada que ver directamente con la transmisión de la enfermedad. Se trata más bien de cómo tratamos a nuestros hijos. Por poner un ejemplo clásico: La tía que irrumpe en casa y luego restriega a los niños de arriba abajo quizá no sea tanto un problema desde el punto de vista infectológico. Se trata más bien de aceptar y reconocer que cada niño tiene su propia necesidad individual de más o menos cercanía y contacto. Como padres, tenemos que seguir preguntándonos si no es prepotente lo que le estamos pidiendo al niño si se le da mucha cercanía que tal vez no desee.
El segundo punto es que cuanto más crecen los niños, más desarrollan su propia necesidad de higiene. Un buen ejemplo es beber juntos del biberón. A uno no le parece nada problemático, al otro le parece antihigiénico, poco cool y simplemente no le gusta. Hay que tenerlo en cuenta.
En resumen: Mantente relajado en la vida cotidiana, pero presta atención a las necesidades de cada miembro de la familia.
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