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Consejo del doctor

¡Cielos, mi hijo tiene un tic!

Hoy hablamos de los tics, un tema que provoca gran ansiedad entre los padres. Así que empecemos por las buenas noticias: para la mayoría de los niños, un tic nervioso es sólo temporal. Y en la mayoría de los casos, se resuelve por sí solo. A veces al cabo de semanas, a veces al cabo de meses, pero vuelve a desaparecer.

¿Qué aspecto pueden tener los tics? El panorama es muy amplio: desde un sutil parpadeo hasta complejos tics motores, pasando por lo que se conoce como síndrome de Tourette, en el que los niños también gritan expresiones fecales indecentes. Sin embargo, esto último es muy, muy raro.

En el caso de los tics motores, es como si se clavaran en los niños, no pueden controlarlo, ocurre involuntariamente. Se supone que alrededor del cinco al diez por ciento de los niños pueden verse afectados temporalmente, y todo esto es más frecuente en los varones.

Entonces es crucial ver cuánto sufre el niño. Si el niño no encuentra el tic tan grave y no hay grandes burlas por parte del entorno, entonces es conveniente no hacer nada y esperar relajadamente a que el tic remita por sí solo. Por supuesto, esto es así sobre todo si el niño es más pequeño/joven y el tic no es notablemente dramático.

Si los tics son más complejos, siempre es una buena idea consultar a un pediatra. Sobre todo porque también debe comprobar si el niño tiene algún otro problema. Al fin y al cabo, no es raro que los niños con tics también padezcan trastornos obsesivo-compulsivos. Y, por tanto, si estos se vuelven más complejos y persisten, sin duda es buena idea que alguien especializado eche un vistazo.

A continuación, es importante decidir juntos si el niño necesita terapia. En caso afirmativo, existe la opción de la terapia conductual, en la que se intenta aprender con el niño a no permitir que el tic se desarrolle, sino a suprimirlo, por así decirlo. La alternativa es la terapia con medicación, es decir, la terapia farmacéutica pura.

Conclusión: Un tic nervioso a veces da miedo, suele molestar mucho más a los padres que al niño y, en general, tiene un pronóstico muy, muy bueno de que desaparecerá por sí solo.

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