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Consejo del doctor

Menos violencia gracias a una crianza más consciente

El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y no importa qué fuente o qué estadísticas se consulten: Las cifras son sencillamente asombrosas.

Sin duda hay muchos puntos de partida para actuar contra la violencia hacia las mujeres y las niñas. Creemos que la educación también puede contribuir a ello.

¿Y depende sólo de la educación de los chicos? No. Pero no nos malinterpreten: Las mujeres y las niñas nunca tienen la culpa de sufrir violencia. Pero las influencias sociales afectan a personas de todos los sexos. Y sería de ciegos no darse cuenta de que esas huellas -por desgracia- siguen teniendo el efecto de que todavía hay una tendencia a mantener a las niñas reprimidas, a confiar menos en ellas, a enseñarles a contenerse en lugar de decirles claramente "Basta. Por eso es importante hablar de la paternidad en general.

Y hay tres cosas extremadamente importantes:

  1. Nuestros hijos deben poder crecer sin violencia física.

  2. Nuestros hijos no deben sufrir violencia verbal ni psicológica. Esto significa: nada de comentarios negativos y humillantes del tipo "de todos modos, no puedes hacerlo", "eres demasiado malo para eso", "no tienes talento para ello", etcétera. Nada de avergonzarse delante de amigos u otras personas.

Y en tercer lugar, como padres tenemos que aprender a aceptar que nuestros hijos también tienen emociones fuertes y poderosas que a menudo no son capaces de controlar tan bien como niños. Y es nuestro trabajo enseñarles esto. Enseñarles a leer e interpretar esos sentimientos. El miedo, la tristeza, la ira... no son sentimientos buenos ni malos en sí mismos. En psicología, se dice que existen de forma resuelta y no resuelta. Y es, por así decirlo, una tarea educativa tratar las emociones de la forma más abierta posible y trabajar con los niños todo lo posible para que tengan un buen acceso a todos sus sentimientos. Porque si eso no ocurre, una emoción como la ira, por ejemplo, puede desarrollar un poder increíblemente destructivo.

También es importante una cosa: todo esto es fácil de decir. Sin embargo, en nuestro ajetreado y estresante día a día, con las preocupaciones a flor de piel, no siempre es tan fácil ponerlo en práctica. Y eso no es malo. Nadie tiene que ser perfecto. Pero es importante seguir reflexionando. Y comentarlo con tu hijo, disculparte si se te escapa una frase estúpida. Y luego asegurarse de que sigue siendo una excepción.

Si conseguimos cambiar un poco el clima en las familias de esta manera, quizás se habrá dado un pequeño paso contra esta violencia.

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