¿Las lágrimas no mienten? Los niños sí
Las lágrimas no mienten, al menos eso afirma Michael Holm en su famosa canción de éxito. Los niños, en cambio, sí mienten. A veces incluso como si se tratara de letra impresa. Esto suele causar mucho estrés a los padres, y por eso nos ocupamos de este tema. Y también porque, sinceramente, es un tema en el que los padres siempre tenemos que analizar hasta qué punto es grande nuestro propio papel en él.
Las lágrimas no mienten, al menos eso afirma Michael Holm en su famosa canción de éxito. Los niños, en cambio, sí mienten. A veces incluso como si se tratara de letra impresa. Esto suele causar mucho estrés a los padres, y por eso nos ocupamos de este tema. Y también porque, sinceramente, es un tema en el que los padres siempre tenemos que analizar cuál es nuestra parte en él.
En primer lugar, sabemos que los niños no distinguen realmente entre "verdadero" y "falso" hasta los tres años o tres años y medio. Los niños viven todavía en un mundo de fantasía y "la verdad" no está tan claramente definida para ellos. Es más, hasta esa edad los niños aún no son capaces de juzgar o relacionar correctamente determinadas situaciones complejas. Ejemplo: un niño de tres años coge algo de su hermano mayor y poco después es empujado. Sin embargo, el niño de tres años no verá la relación entre quitarle algo y ser empujado, sino que pensará que le empujaron sin motivo.
A partir de los cuatro años, los niños empiezan a mentir deliberadamente y también son conscientes de que no dicen la verdad.
Es importante darse cuenta de que la mentira siempre va unida a una intención. La tarea de los padres es, por tanto, averiguar por qué el niño tiene que recurrir a la mentira en tal o cual situación. En principio, hay tres explicaciones principales:
El niño quiere hacerse mejor, más impresionante, más grande. Sobre todo porque están en una fase de la vida en la que tienen déficits de autoestima. Y entonces intentan parecer mejores mintiendo.
Probablemente el caso más común: el niño tiene miedo de la ira y el enfado de los padres. No está en condiciones de admitir errores. El pediatra Herbert Renz-Polster lo explicaba así: 'Cuando el coste de decir la verdad es demasiado alto, tendemos a engañar.
Por eso, a los padres sólo nos queda una cosa que hacer en ambos puntos: buscar un diálogo abierto, honesto e intenso con el niño. Si el punto 1 ocupa un lugar central, entonces es importante empoderar al niño. Aquí es donde vuelve a entrar en juego mi máxima pedagógica favorita: Las debilidades se debilitan reforzando las fortalezas. Si el punto 2 ocupa un lugar central, debemos cuestionarnos honestamente: ¿Cómo tratamos las mentiras de los niños? ¿Nos enfadamos demasiado a menudo? ¿Permitimos demasiado poco que el niño cometa errores? ¿Les hemos enseñado demasiado poco a admitir los errores? Y si se da el caso de que el mismo tema se combina repetidamente con mentiras, quizás también tengamos que asegurarnos de ser un poco más coherentes en nuestra crianza en este punto y volver a establecer límites más estrictos. Ejemplo: el niño siempre afirma que ya se ha lavado los dientes; entonces, a partir de ahora, tendrá que volver a hacerlo bajo el control de sus padres.
El tercer punto es que, por supuesto, los padres somos siempre modelos de conducta. Por eso siempre debemos examinar con lupa cuánto aprenden nuestros hijos de nosotros en la vida cotidiana, y qué pensamos nosotros mismos sobre la verdad.
Un subtema especial aquí es la llamada mentira piadosa. Se trata de una afirmación que no es cierta pero que pretende fomentar la armonía social. Ejemplo: Un niño recibe un regalo de la abuela que no es tan estupendo, pero aun así dice "¡Genial, abuela, bonito regalo!". En este caso, cada sistema familiar tiene que decidir por sí mismo cómo tratar estas cuestiones. Personalmente, no creo que haga ningún daño enseñar a los niños desde una edad temprana que una cierta honestidad, educadamente expresada, es en realidad la mejor manera. Pero cada familia debe decidirlo por sí misma.
El hecho es: "Mentir es tabú" no es una buena resolución para una familia. Porque, sencillamente, no se puede cumplir. No podemos evitar tener que tratar este tema intensamente, con nosotros mismos y con nuestros hijos.
Mi llamamiento: si no se supera un determinado nivel, no hay que perder los nervios, sino considerarlo un desarrollo infantil normal. Sin embargo, si la mentira alcanza un nivel que le preocupa mucho, debería hablar con su pediatra al respecto. O póngase en contacto con centros de asesoramiento para padres y familias, que hacen un trabajo muy, muy bueno en este campo.
Otros consejos interesantes
Contusión craneal
Una situación familiar para casi todos los padres. El niño se ha dado un golpe bastante fuerte en la cabeza, y ahora hay que decidir rápidamente si se trata de una lesión grave o no. He aquí cómo averiguarlo.
"Campaña "Sin pantallas a partir de los tres años
Sin pantallas hasta los tres años - Formatted textDocument Esta semana se ha lanzado una campaña nacional en muchas consultas pediátricas alemanas: "Sin pantallas hasta los tres años". Nosotros participamos, aun a riesgo de ofender a los padres...
Problemas de regulación
Todo podría ser tan maravilloso: El bebé por fin ha llegado, todo el mundo está feliz y bien. En realidad. Porque el pequeño llora y grita todo el tiempo y apenas duerme. Así que los padres tampoco duermen, están completamente agotados y al límite de sus fuerzas. El problema: las llamadas dificultades de regulación.